Pastinsky

“Mi tío abuelo era un hombre poco corriente. A los 78 años empezó a pintar de manera autodidacta. Lo hacía sobre cartones, a impulsos, y su producción fue ingente. Llenó su casa de pinturas, y las que no cabían allí se amontonaban en la masía donde pasaba los veranos. La leyenda familiar dice que sus hijos, al ver sus primeras obras, le dijeron que dónde iba con eso, que parecían unos “pastiches”. Su respuesta fue firmar a partir de ese momento como Pastinsky.”
 
Pastinsky es un viaje al que fue el hogar familiar de un pintor único. Durante cuatro sesiones fotográficas, el autor documenta los preparativos para la mudanza de Margarita, la única de los hijos del artista que aún vive allí, rodeada de su obra. Le han aumentado el alquiler de la vivienda y esta vez se tiene que ir, una víctima más de la corriente migratoria centrífuga a la que se ven arrastrados los habitantes de esta ciudad, pero antes aún puede hacer un último homenaje a su padre.
 
“A medida que avanzaban las sesiones fotográficas, cada vez que entraba en una estancia la encontraba cambiada, con menos muebles y más cajas. Al final solo quedaron las pinturas sobre las paredes, transformando la vivienda en una galería de arte donde pude contemplar la última exposición de Pastinsky.”